Todo el mundo tiene necesidades, pero solamente algunos pueden darse lujos. Sin embargo, los santiagueños necesitamos darnos algunos lujitos para pasar los 40 grados a la sombra del verano ¿no?
Aire acondicionado en la casa
El santiagueño sin el aire acondicionado no puede vivir. Es la inversa del gas para calefacción en la Patagonia. El debate por los «24 grados» por estos lares son motivo de pelea y hasta de separación de familias. Pero a fin de cuentas, ni el más ecológico se resiste a meterle un buen 19.
2. Aire acondicionado en el auto
Situación común en Santiago: 2 de enero, 6 de la tarde. dejas el auto estacionado en la vereda, bajas a saludar a tu tía y a buscar el tupper que se han olvidado en año nuevo. Vuelves al auto y el plástico del tupper se derrite en aproximadamente 4 minutos y 18 segundos. Tocas el volante y parece que acabas de saludar al mismísimo Satanás. Como diría el Che Guevara: «Aire acondicionado en el auto o muerte».
3. Freezer
Va a parecer exagerado, pero la heladera no alcanza. Algunas cosas necesitan un poquito más de frío y ahí aparece el freezer. Además sirve para guardar los porrones, esenciales para la vida de verano.
4. Siesta
En otras partes del mundo la siesta es considerada un tiempo de relajación, un lujo que sólo los más acomodados económicamente pueden darse. En Santiago seas millonario o pobre, tienes que guardarte bajo una sombra y dormir… Eso o evaporarte.
5. Pileta
Sí. No importa si la pileta es de material, fibra de vidrio, pelopincho o un balde. Tampoco interesa si es grande o chiquita, con agua limpia o sucia. Ni siquiera puede importarte si los amigos de tu hijo te están viendo los rollos. La pileta es una necesidad básica para el santiagueño (excluyendo a los amigos de Termas de Río Hondo. Si te metes a la Olla en verano puedes empezar a sentir un rico olor a caldo de humano)