Ricardo Manuel Gómez Oroná dejó este mundo un dia como hoy, en la madrugada de 1991. Su voz frenó el tiempo, el hombre se volvio leyenda, su arte quedó inmortal.
Un accidente automovilistico le cobró la moneda sagrada, su vida.
«Jacinto Piedra» se lo llamaba en el corazon folklorico de este pais. Amado y adorado por su pago, pues representaba un luz de esperanza, potencia y nueva vida para el arte popular.
Vida tan sagrada y con un final tan trágico: su muerte rompió el corazon de todo Santiago del Estero. Aquellos que lo veneraban, brindaron con un vino y lagrimas, cual rio de lamentos. Jacinto en la boca de las doñas, quienes elevaban oraciones para su diosito. Las guitarras de sus compadres y comadras enmudecieron. Ni siquiera el Kakuy lloro ese dia. Se habia ido una de las maximas expresiones artisticas de Santiago y de Argentina entera.
Ese joven de 36 años abrió vuelo con mucha anticipación, y recordando las palabras de la mismisima Mercedes Sosa:
“Fue un alma apresurada con una voz llena de belleza”
Si hablan de la leyenda, cada anecdota de su voz plagan de amor las estancias y patios. Esos lugares donde se danza folklore y se anidan los santiagueños.
Jacinto nació en Santiago del Estero un 25 de septiembre de 1955. Desde pequeño el folklore era lo suyo, y en los eventos era presentado como «Ricardito, el niño cantor». Su familia le enseñó de compases y el construyó un arte diferente.
Toda esa prole se mudó a Buenos Aires y alli Ricardito empezó a abrirse camino en el ambiente musical. Horacio Guarany se convirtió en su padrino musical y le dio la inmortalidad en la memoria colectiva llamandolo «Jacinto Piedra». Horacio con una chacarera reveladora explicó: “Lo bauticé Jacinto / porque era una flor / piedra, porque era un viento / ¡Duro p´al dolor”. Bajo la tutela de este, el joven santiagueño grabó su primer album llamado «El incendio del poniente».
Desde alli, Jacinto se convirtió en un mito del que todos querian ser espectadores. Por su gran voz, esa forma de expresar los sentires, su ropa, su energia; simplemente único. Un chango audaz para la innovasion y con muchas ganas de crear nuevos cantos que enamoren.
Hoy contamos de su vida, por que él tenia un sueño… y cantó de su rebelión. Han pasado 30 años de aquel dia en que se fue a otro mundo. Su nombre se volvio inmortal para los creyentes, los nuevos cantores enotanaban sus temas, su voz se volvió pueblo mismo. Una leyenda tal cual se define la palabra.
Qué orgullo. Qué emblema.
Sea siempre eterno, Jacinto Piedra.