QUE PASO EN SANTIAGO DEL ESTERO EL 25 DE MAYO DE 1810
Vivimos en una Argentina que ha conocido guerras civiles, guerras con sus vecinos, un país que ha tenido que derramar mucha sangre de sus compatriotas e innumerables conflictos dentro del período de su dominio. Y esto es evidente desde 1810, cuando se eligió esta primera junta directiva en Buenos Aires. El gran historiador Tulio Halperín Donghi enseñó esto en su libro Revolución y Guerra: no se puede pensar un término separado del otro, porque la revolución se luchó.
Pero no nos centraremos en este texto en lo ocurrido en Buenos Aires en el famoso día que los argentinos conmemoramos cada mes de mayo. Por tanto, no hablaremos de Cornelio Saavedra ni de Fernando VII. El Ayuntamiento que abre el 22 de mayo no es el paraguas de la Place du 25. Nada diremos de Napoleón Bonaparte y su ataque a España. Ni siquiera mencionaremos la rivalidad entre Moreno y Saavedra en el Primer Consejo. Por todo eso, circulan leyendas sobre actividades escolares, documentales sobre la Revolución de Mayo, libros sobre el tema y memes.
¿Y qué? Te contamos de Santiago del Estero en mayo de 1810.
¿Cómo era nuestra provincia en esa época? Tiene unos 40.000 habitantes y la población se concentra principalmente en las zonas rurales. Gran parte del territorio está dominado por pueblos indígenas. La propia ciudad de Santiago del Estero no superaba los 5.000 habitantes, era apenas un pueblo, cuya principal institución política era el Cabildo, ubicado en la esquina de lo que hoy son las calles Libertad y Tucumán.
¿Quién controla la junta directiva? Algunas familias tienen miembros «notable», para quienes el «regalo» se da como un símbolo de diferencia.
Era una sociedad agraria, con una importante industria manufacturera textil y una intensa vida religiosa. A principios del siglo XIX, no teníamos periódicos y los centros educativos (escuelas) funcionaban en las iglesias de la ciudad.
¿Sabes ahora lo que pasó en Santiago del Estero el 25 de mayo de 1810? A decir verdad, en Santiago, nuestra ciudad, en nuestra provincia, el 25 de mayo no pasó nada. ¿Cómo? Sí, no pasó nada. O lo que pasó todos los días pasó. Digamos que es otra fecha, como el 2 o el 26 de mayo.
En esa época no había televisión, lo suficiente para que la gente se enterara por los canales TN o C5N que en Buenos Aires fue depuesto el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros. No hay facebook ni twitter para que el hijo del vecino lea alternativas durante una tensa jornada política en la capital del Virreinato del Río de la Plata. No hay WhatsApp para que un miembro del consejo de Santiago envíe un mensaje de audio a un cabildero de Buenos Aires y diga «Oye, dime qué está pasando». No existe tal cosa.
Mayo habia terminado y no llegaba informacion
No fue sino hasta el 10 de junio de 1810 que llegó la noticia en una circular en la que la Junta fundada en Buenos Aires invitaba a Santiago del Estero a unirse a la revolución. En ese entonces Santiago estaba bajo la administración de Salta del Tucumán, no éramos una provincia autónoma, faltaban unos diez años.
¿Qué hicieron los cabilderos locales en respuesta a esta “invitación”? Algunos comentaristas maliciosos podrían decir que hicieron el «gran Poncio Pilato», es decir, se lavaron las manos. Tiran la pelota. Decidieron esperar a que el cabildo de Salta decidiera (ya que Salta es la cabeza de gobierno) y analizar a partir de ahí. “Que lo arreglen ellos mismos”, dirán.
Unos días después, se informó que Salta había jurado lealtad a la Junta. Que Catamarca y Tucumán hicieron lo mismo. Así, no hay tiempo para seguir procrastinando. El 29 de junio, Santiago del Estero hizo lo propio. «Empecemos», pensó un cabildero.
Y en medio de todo este alboroto, Juan Francisco Borges, figura importante en la historia de la provincia y del proceso autonómico, cobraba cada vez más protagonismo. De un lado estaban los concejales, del otro Borges, quienes los acusaban de apáticos y cobardes. Borges es así, con una personalidad fuerte, con ideas fuertes. Un espíritu ardiente.
Se le pidió a Borges que reclutara voluntarios para aumentar el número de hombres armados que lucharían para apoyar la revolución temprana. Partió de inmediato y prometió agregar a la expedición algo más de trescientos soldados: aquí nació «Patricios Santiagueños». Uno de los jefes del Ejército Auxiliar del Perú, Antonio González Balcarce, declaró a su llegada a Santiago: “Aquí hay más patriotismo que en ningún otro lado, hoy veo más de trescientas personas reunidas en gran número, todos estaban felices y querían irse. .
Es decir, Santiago contribuyó con la fuerza militar a este inicio de la Revolución de Mayo. Y en este ejército se jugó gran parte de la suerte y destino de esta revolución; para los soldados en su juventud, hoy parecen tener 16, 17 y 18 años. Muchos de ellos no regresaron a sus casas porque murieron en el campo de batalla, como Pedro José Cumulat, quien murió en la batalla de Ayouma, como nos cuenta el historiador Héctor Peralta Puy en «La Clave del Derecho Autonómico de Santiago del Estero». Muchos de estos más de 300 soldados en Santiago no tienen las calles que los conmemoran, los monumentos que los conmemoran, las biografías que los alaban. Algunos como Juan F. Ibarra, Lorenzo Lugones y Manuel Besares. Otros son menos conocidos.
TAL COMO LO PUBLICO EN UN RESUMEN BIEN DETALLADO EL PORTAL DE DIARIO PANORAMA
Fuente diario panorama.